La menstruación en las comunidades indígenas Kogis no es solo un proceso biológico; es un acontecimiento profundamente significativo que marca la transición de la niña a la adultez y su conexión con la naturaleza, la sacralidad de la Gran Madre y la cosmovisión de su pueblo. En este ritual de iniciación, la niña no solo experimenta un cambio físico, sino que también vive una transformación espiritual que la vincula con los misterios de la vida y la procreación.

La Importancia de la Primera Menstruación
Para los Kogis, la primera menstruación de una niña es de suma importancia, ya que simboliza el momento en que la niña se convierte en mujer. Este cambio físico se compara con el florecimiento de las plantas en la naturaleza, un proceso que debe ser respetado y observado con atención.
«La primera menstruación es importante, la niña se convierte en mujer, lo que significa que ya es capaz de procrear. Cuando florecen las flores de las plantas, están listas para ser polinizadas. Por ejemplo, el cafeto, cuando tiene flores, no debe ser tocado por nadie, ya que podrían dañarse, impidiendo así su polinización. De igual forma, cuando una mujer tiene su primera menstruación, debe estar aislada en un lugar determinado» (Atanacio, Kogi).
Este aislamiento, al igual que el cuidado de las flores que florecen, es un acto de respeto hacia la fragilidad y la sacralidad del proceso. La niña es considerada como una flor, vulnerable y sagrada durante este periodo.
El rito de la primera menstruación
El ritual de la menstruación tiene una profunda conexión con la cosmovisión de los Kogis. Las niñas, durante su primer ciclo menstrual, se vuelven «doblemente sagradas» y deben pasar un tiempo aisladas, sin contacto con el mundo exterior. Este aislamiento no solo es físico, sino también espiritual, ya que se cree que cualquier contacto profano podría interrumpir el proceso sagrado.
«En las culturas indígenas wiwa, kogi, arhuaco y kankuamo, la niña en este período se vuelve doblemente sagrada, debe permanecer en casa y no salir durante varios días, durante los cuales los mamos y sus padres realizan rituales espirituales» (Arregose, Kogi/Wiwa).
El aislamiento protege a la niña, quien, en este momento, está vinculada con la sacralidad de la Gran Madre. Durante este periodo, su entorno se convierte en un lugar peligroso si no es manejado con respeto, ya que cualquier alteración puede interrumpir la fragilidad de la niña y su transición hacia la mujer adulta.
El Ritual de Transición
El ritual de transición en la cultura Kogi, que acompaña a la niña durante su primera menstruación, se divide en varias fases. La fase preliminar comienza en el momento en que la niña descubre que ha comenzado a menstruar. Este descubrimiento es el primer paso de su entrada en la vida adulta, y la niña debe comunicarlo a su madre de inmediato.
«Cuando aún soy niña, antes de que me convirtiera en niña, mi mamá no me dijo nada. Solo me dijo que un murciélago me mordería y que debía revisar mi cuerpo. Me dijo: ‘cada mañana cuando te levantes, cada mañana cuando vayas al baño, mírate, si ves algo, dímelo. Si lo dejas pasar, será malo y te traerá mala suerte’. Y así lo hacemos, nos revisamos todas las mañanas» (Ramonita, Wiwa).
En esta fase, la niña comienza a comprender que el sangrado tiene un origen distinto al de la leyenda del murciélago, y recibe la orientación de su madre sobre el significado de este proceso. El mamo, una figura clave en la comunidad, realiza rituales que permiten a la niña dar el paso hacia su nueva etapa.
El Símbolo de la Bolsa
Un aspecto importante del ritual es la fabricación de una bolsa. La niña, bajo la guía de su madre, debe coser entre 4 y 7 bolsas durante el ritual, un acto que tiene un significado profundo. El proceso de coser es una metáfora de la conexión entre lo masculino y lo femenino: el hilo simboliza a la mujer, mientras que la aguja representa al hombre. El resultado final, la bolsa, simboliza su futuro matrimonio y la unidad de los dos principios.

«Coser la bolsa significa escribir el conocimiento, cuando la niña cose la bolsa, está escribiendo los conocimientos que recibe» (Arregose, Kogi/Wiwa).
La bolsa se convierte en un símbolo de la conexión espiritual de la niña con los principios cósmicos y de su aceptación de las costumbres y valores de su cultura. A medida que la niña avanza en su proceso, la calidad de las bolsas mejora, reflejando su crecimiento espiritual. Al final del ritual, la última bolsa se entrega al mamo para ser purificada en un acto simbólico de limpieza de las influencias negativas.
El Baño en el Río: Fin de la Transición
La fase final del ritual de iniciación es el baño en el río. Este acto marca el final del aislamiento y la transición hacia la adultez. Acompañada por su madre y otras mujeres mayores de la tribu, la niña se baña en el río, liberándose de los tabúes alimentarios, visuales y físicos que la acompañaron durante su aislamiento.
Tras el baño, la niña se cambia de ropa, dejando atrás la vestimenta infantil y adoptando una nueva que la distingue como mujer adulta. Este cambio de ropa es simbólicamente importante, ya que marca el final de su infancia y su entrada en una nueva etapa de la vida.
El ritual culmina con la aceptación plena de la niña en la comunidad de mujeres adultas. Ahora, ella puede participar activamente en los rituales y ceremonias, expresando su voz y contribuyendo al culto a la Gran Madre. Es un momento de celebración y reconocimiento de su nueva identidad como mujer.

Conclusión
El ritual de la primera menstruación en la cultura Kogi es un proceso complejo que va más allá de lo físico. A través de este ritual, la niña no solo experimenta el paso de la infancia a la adultez, sino que también se conecta espiritualmente con la naturaleza, la Gran Madre y los principios cósmicos de su comunidad. La menstruación se convierte en un símbolo de vida, de renovación y de la conexión profunda entre los seres humanos y el mundo natural que los rodea.
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